miércoles, 31 de diciembre de 2008

How you remind me

ya que estamos con este mambo de publicar cartas viejas y demás elementos de nuestra historicidad, encontré nio esta carta vieeeejaaaaaa que le escribi un socio´(y que como decía Shakira en sus mejores épocas "las cartas que escribí, nunca las envié") y que todavía tengo. Está llena de horrores ortográficos, pero mantiene su esencia...

How you remind me

Así es como te recuerdo. La dulce sumisión de algo que fue pero que no será, o en todo caso, seria mejor aclarar este 1mer punto, diciendo que no volverá a ser… Un hombre no puede atravesar 2 veces el mismo río, según Heráclito, puesto que pasados los primeros segundos, ni el hombre ni el río son la misma cosa
Y nosotros ¿somos los mismos? No lo creo…
Causa y efecto. ¿Quién tiene la culpa?
La tétrica amargura de descubrir una verdad oculta e inesperada. Es escurrir las sábanas y revelar aquello que yacia invisible a nuestros ojos. Aquella parte de tu bella y cautivadora personalidad que hubiera preferido ignorar, aquello de lo cual siempre hui,m pero q a fin de cuentas termino atrpandome en su negras fauses, haciendo de mi un torbellino de martirios y tristeza
Y valio la pena tenerte? Ese tipo de preguntas no se me pasan nunca por la mente. Para mi, es como preguntar lo impreguntable y cuestionar lo incuestionable. Por supuesto que si valió la pena, y si he de serte sincera, volveria a tomar el risego una y mil veces, y volaria con las alas de cera que me dio tu amor efimero. Lo mas triste de todo es que, como en la mitologia griega, mis alas de cera se derretirian con el cenit. Y me caeria mil veces. Pero es ahí en donde radica lo curioso de toda esta vida…. Siempre tendria fuerzas para volver a levantarme y volar. Y las cicatrices de mis caidas no podrian impedirme seguir. Mayor experiencias, eso si… pero la terquedad no saldria de mi
Y tus predicamentos, tan dulces, tan estimulantes, tan tuyos y a la vez tan mios. Tus parábolas, alegre mar de dudas que me carcomia las pocas nueonas que quedaban dentro de mi mente confundida. Era gracioso oirnos hablar de Cosas que apenas entendiamos o creiamos conocer. Lo doloroso era oirte decir esas cosas que no me gustaban oir. Aquellas verdades o medias verdades sobre tu naturaleza, a la cual calificabas de animal y desmedida. Mas doloroso aun fue admitir que tenias razon en muchas cosas. Los demonios de los que me protegiste siempre, en verdad existian y terminaron lacerandome, cual cuña entrañable.
Tu retorica. Tan dulce y amarga. Tan conciliadora y a la vez destructora. Cura a las enfermedades del alma y mata a personas. Bendicion caida del cielo. Destructora de corazones aplasta morales. Arna de doble filo. Semblante de dios y lengua de serpiente. Nadie puede ser dos cosas, pero vos si…. Alma bipolar. Lo que tienes de angel, lo tienes tb de vibora….
Hay cosas de las cuales todavía no me desprendo, cosas que todavía no olvido y no se si pueda olvidar, Hay tanto dentro de mi que no quiere salir, que no quiere morir. Y como aleph, punto que une todos los puntos, estas vos. Todo se resume a ese punto crucial de la geometría donde la esesncia de todas las cosas parece cobrar el mismo radio de longitut. Vaya a donde vaya, haga lo que haga y crea en lo que crea, siemore existira esa misma distancia maldita entre vos y cualkier punto d la tierra. Y Es ahí donde aparece el recuerdo, TU RECUERDo, lo unico que no debiene, que no cambia no se altera…. Ni muere. Recordarte es fundirme en otras tierras. Fundirme y refundarme
Ya no somos los mismos, asi como tampoco lo es el rio. Pero nuestros recuerdos siguen ahí. Estaticos. Infinitos. Invariables
Y a fin de cuentas… con cual de todas tus caras me quedo? Como termino firmando tu sentencia? Es cuestion de elegir. De nada me sirve amar a quien ya no ama. Tampoco encuentro valedero el odiar a un antiguo amigo. La verdad es una sola y yo no fui ni sera capaz de descifrarla en vos. No se si llamarte monstruo o salvador, xq a lo largo d nustra historia jugaste ambos papeles. No se como recordarte. No quiero cerrar los ojos y abrilos para creer una mentira. No kiero consolar a mi corazon con la respuesta mas bonita o el final mas feliz escrito por mis ilusiones.
Pero me aferro a la tonta (o preferirira llamarla inocente) esperanza de que, si bien el h y el rio ya no son iguales, no dejan de ser lo que en esencia fueron. Deseo, o más bien, elijo creer que lo prometido una vez puede seguir esperando. Deseo creer que cuando todas las cosas esten mal y cuando todo parezca venirse abajo, tu mano va a estar extendida para ayudarme. Deseo creer que cuando vos te caigas, yo voy a estar ahí. No como lo que antes fui, sino como lo que siempre seré. Una persona de principios. Una persona de palabra. Alguien que firma una promesa y no la destruye. Una amiga para lo que sea que necesites

2006...

Nuevamente, indefinible

Allí está ella. La que está para todo y para todos. EN todos los momentos y sbre todo en este tan difícil, en el que tus manos se crispan y tu rostro se estremece en su fugaz abrazo.
Es ella la de las palabras adecuadas, la de los gestos apasionados y los pasitos esos de baile que te alegran tanto
Es la de los ojos claros, la de la sonrisa indisimulable.
Es la que siempre te espera, la que ama con la fidelidad intolerable para nuestros tiempos de odio
Es la que recorre el camino de luz y de sombra persiguiendo a gigantes y quimeras de un abril—¿o era acaso un mayo?—glorioso y lleno de vida. Los gigantes vienen de ella y las quimeras llegan a ella para perderla por senderos tormentosos.
Ella espera que le esperes, ella quiere que la quieras. Ella es estrella en un cielo quebrado
Se encarna en la soledad, esa soledad tuya y mia, q es tan suya como de la humanidad entera.
Ella es la palabra. Todos esos poemas trillados que a lo largo del tiempo la humanidad recicla para las nuevas generaciones.
El inconfundible sentimiento ese de querer subir alto, de respirar en la superficie, mientras las ganas de morir te toman del cuello y te obligan a bajar hasta tu inframundo autoinventado
Es la electricidad que recorre tu cuerpo en cada roce atrevido, en cada beso que te enciende como solo los de ella pueden encenderte.
El grito inaudible de la inocencia consumida, las ganas de serlo todo y salir de ese molde dulce que le impide ser…
La ultima esperanza en tu caja de zapatos, esa agridulce esperanza que te levanta y hace de tu paso, un caminar seguro en la mañana..Fue tu angel, y hasta si queres verlo asi, tu Dios.
Por sobre todo es el miedo… ese miedo terrible que derrama lágrimas hasta ahogarla y ahogarnos a todos en un diluvio universal… tan universal como su propia alma
Es el mostruo, la serpiente con el inagotable veneno que la mata y nos mata a todos y a todo. La perdición viscosa de su propio mal
La locura de la que siempre huyó. La locura manifestada en el mas cotidiano de los episodios. Solo basta con mirarse al espejo agotada y verse a si misma como una loca, una desquiciada que golpea paredes porque las voces de sus demonios necesitan respirar un aire distinto al de su interior.
Ella es como un pasillo oscuro lleno de humedad. Uno de esos lugares previos a la sala de un confesionario. Ella es terrible.
Ella es la cruz de nuestro señor, la que soportara todas nuestras penas, la que sufrira pr nosotros, la q sangrara por nosotros, a costa que la rezemos, a costa d q la recordemos y tengamos en cuenta
La daga que acabará con tu vida… cosa que menos deseó ser. O hasta la bala que te fusila por dentro.
Es razon de eterno amor sin odio. Es una promesa que hiciste alguna vez por sentirte capaz de cumplir con las utopias de lo incumplible.
Ella es la tinta de este escrito, el eterno manuscrito que se repite, xq ella no se sabe otra forma de ser, de sentir, morir, amar y escribir…sobre todo escribir
Y ella te espera a vos… porque solo así va a poder ser todo lo que es y desea ser

2007... que enferma estaba todavia

martes, 30 de diciembre de 2008

Reflexiones

Oscuridad. Cama. Persona. Cansancio. Desaliñado. Silencio. Temblores. Botellas. Piso. Alcohol. Ceniza. Cigarros. Dinero. Desnudez. Mentiras. Frío. Vacío. Heladera. Abandono. Tacos. Rápidamente. Centrarse. Puerta. Huida. Llegada. Marca. Beso. Respuesta. Pregunta del pasado Juego. Baño. Espuma. Concupiscencia. Guerra de guerrillas. Seee! Vitaminas. Libros. Cuadernos. Puntos sobre las ies. Duendes. Flores. Caricias(muchas). Tesoro. Inocencia. Deseo. Caída. Seriedad. Tirar palabras al viento. Cristo. Sexo. Miedo a la muerte. Aritmética. Escondite. Alquimia. Altar. Edificio. Benedicto XVI. Belcebú. Aprendices de brujo. Tarot. Más sexo. Teatro. SAPUKAI. Facultad. Che caneo. Amigos. Soledad. Un paredón solo y en lo oscuro. Locura. Sangre. Celulares. Globalización. Irak. Dios llorando. Negros. Zapatos. Ahendu. Circulo. Venas. Balas. Flechas. Cuchillos. Cuñas. Dientes. Tigre. León. Bruno y mi pasado. Presente. Reloj. Rosario. Espejo que mira como ojo grande. Pizarra. Profesores. Futuro. Anarquía. Danza. Vos y tus supuestas amenazas a mis amigos periodistas. Malabares. Conciertos. Bar Constitución. Polvo. Pobreza. Búsqueda. Y yo que ya no le espero a ninguno de ustedes. Rompecabezas. Robots. Redes. República. Risas. Resultados. Rieder. Rasguño. Resorte. RRRRRRRUSIA y sus revoluciones perdidas. Ocupación. Toma. Medias de fuerza. Manicomios. Hojas de papel que se llenan de palabras. Cine. Fútbol. Haedo y sus goles. Tierra. Alambres. Campesinos. Lenin y el que hacer. Pluma. Mosca. Calabozo. Archivos. Stroessner. Periodismo. Joseto se escondió en el partido Comunista. Silvio. Sillas. Primera vez… Mejorando… Segunda vez…OPTIMO ¡TERCERA VEZ! JAJAJAJA. Pruebas. Geografía. Atentado. España. Hugo y su acrobacia. ESTREMECERSE. Payasito. Puentes. Hoja de papel que no se cansa de llenarse hasta llenarse. Masoquismo. Pastor Coronel. Monsalto. Soja. El pan de cada día es la sangre de tu pueblo en la mesa de los otros. Fantasmas. Vos mismo persiguiéndote… ¡PARÁ! Ya sé… todo junto y al revés-

2008

lunes, 29 de diciembre de 2008

Antecedentes penales

El potencial de mis capacidades: Desperdiciado
El resultado de mis actos: En espera
Las ganas de amar: Limitadas
El tiempo: Corto, siempre muy corto.
Lista de amantes en espera: Todos se fueron, esperaban demasiado.
Prodigios de locura: Olvidados en algún rincón del placar
Inteligencia: ¿Alguna vez la tuve?
Problemas económicos: A la vuelta de la esquina
Ganas de serlo todo y brillar como estrella: Desde que nací.
Miedos: Hasta el día de mi muerte.
Título/s adquirido/s: Periodista sin artículos, politóloga sin sociedad, amor sin corazón… y una deuda externa de abrazos para con el mundo entero.
Ganas de morir: Cuando tus ojos no me miran, tal vez.
Creencias religiosas: Y si Dios quiere creer en mi… eso me sentaría bastante bien.
Amuletos para la vida: Ahora solo me ato a mi misma.
Emociones poderosas: Las rechacé todas.
Tormentas: Todo el tiempo.
Intentos de suicidio: Ninguno… pero ya me maté varias veces.
Primera vez: Creo que a este paso nunca la tendré.
Mejor sentimiento. Amar y ser amado.
Aspecto sobresaliente: En confundirme quizas…
La soledad. Producto del mito auto inventado
Motivo de llanto: Tu abandono
Sueños: Hace mucho que no duermo.
¿Y si el mundo espera de vos?: Pues que siga esperando…
Ultimo deseo antes de morir: Que a alguien le sirva todo lo que escribo.

2007

MI enfermedad

Picara enferma, enferma de amor
Le dijo a su mamá que le llame a un doctor
Y el doctor le puso la mano “ahí”
Y Picara le dijo¡
Ahí me gusta a mí!

Los fantasmas de Margarita Bertram eran particularmente terribles, sobre todo de noche. Tenían esa habitual mezcla de cosas reales y mitologías auto inventadas que la ponían con los nervios de punta. A veces gritaba en las negras noches de celda fría, cuando las compañeras se iban a fumar al patio del mango y la dejaban sola con sus locuras. Algunas aducían esos síntomas a los males propios de la guerrilla, que algún trastorno debieron de dejarle. Lo cierto es que ellas no sabían la verdad, salvo Esther, que había oido las confesiones de Margarita una tarde de lunes, cuando se sentaron a tomar tereré a causa del maldito calor.
- Yo sufro pesadillas constantes. Es un mal patológico
Sin embargo nunca se lo comentó al resto de las compañeras, pues pensó que estas no irían a creérselo, porque la veían como a una eterna arma-kilombos, trastocada por la necesidad inminente de hacer mal
Pero esa noche, las pesadillas fueron más terribles que de costumbre. Se le dio por tener fiebre, y muy alta… tanto que una de las compañeras llamó al médico del Buen Pastor para que pase a atenderla.
Entre las sombras del sueño y la realidad, Margarita vio a sus compañeras de celda, Esther y Mirtha pasearse de un lado, con la mirada nerviosa y los dientes apretados. Vio también la extraña figura de un médico, y no pudo saber si este era producto de sus desvaríos o realmente era un ser fuera de si misma. Lo vio con la barba mitad roja mitad canosa y los ojos negros de arduo estudio. Se parecía mucho a un fantasma pasado, una de esas cosas que nuca terminaba de sacar de la caja.


El médico de ese entonces llegó e instaló sus cosas. Tan solo le dieron una piecita para estar, pero el ya estaba más que acostumbrado a la precariedad de los catres, puesto que la profesión así se lo exigía. Había olvidado la buena vida burguesa con los libros de medicina, cuando el juramento de Hipócrates le puso la piel de gallina, luego de seis años de quemarse las pestañas, rechazar mujeres y volverse abstemio. Todo eso para jurar frente a Apolo y llegar hasta esa pieza, esa misma pieza que se repetía eternamente a lo largo de la geografía terrestre. Siempre tenía que encontraste con ella para encontrarse a el mismo. Era estrictamente necesario.
Al llegar se descalzó. Era esa, su única manera de sentirse en casa. Ordenó sus libros y materiales, para finalmente tenderse a dormir la siesta por un rato. Calculó que se despertaría trascurridos 90 minutos, tomaría una ducha en el bañito de madera y daría un paseo por el pueblo, para conocer a la gente.
Al ser de alma metódica, lo hizo todo al pie de la letra. Al pasearse por el pueblo, la gente lo saludaba con la habitual sonrisa del pueblerino amable. La palabra medicina se le leía en la frente, y por ello no fue necesario presentarse, la gente ya lo sabía.
Su primera paciente fue una muchacha con principios de neumonía. Una maestra de letras, acostumbrada a romperse la garganta con sus métodos de enseñanza un tanto apasionados.
Pero el ya la conocía de antes, y el hecho de volver a verla-ahora en tierras de San Pedro- no lo preocupó. De alguna manera, las cortas dimensiones de Paraguay se lo habían augurado tiempo atrás, cuando en medio de confusiones y malestares, se discutieron hasta el hartazgo en aquella lejana conversación de pareja. La idea de un olvido eterno no existida, porque a diferencia de sus otras relaciones, la establecida con Margarita era extrañamente diferente. El no la mató de raíz, ni utilizó su bien habida técnica revolucionaria contra lo amores de juventud para con ella. Más bien fue una despedida gradual, un cada vez llamarla menos, hasta que la mujer insistente, bajó los brazos. Incluso el, con su fama auto inventada de gallardo, no tuvo valor para cortar la línea de esa historia, pero si para cerrar los ojos de vez en cuando.Aunque los encuentros, como dijimos, eran inevitables. Las esquinas de Asunción sabíoan yuxtaponer los pasos de Margarita con los suyos propios de forma tan eficiente, que el cursillo de medicina le quedaba a una cuadra del habitual trabajo de ella. Así también, le fue imposible no cruzarse con su ex novia en alguna marcha por el boleto estudiantil, uno de esos eventos en donde uno cree que hace algo importante sin ser más que un número en las ecuaciones de la multitud abucheadora. Podía esconderse para no saludarla.Luego de recibidos, las posibilidades se reducían. El en sanatorios, ella en salas de clase. El se hizo misógino, ella tuvo otros hombres, avances o retrocesos de una mujer habilidosa con las letras pero mala con los del sexo opuesto. Supo por boca de un soplón que ya poca trascendencia tenían para ella las relaciones y que se había hecho educadora popular, tal cual su sueño, a la par en que el ex suegrito se despedía de sus quimeras de una jubilación acomodada porque la hija no iría a pagarle los favores de una vida burguesa.
Y la volvía a encontrar ahora, tendida en una cama, como tantas otras veces en las que el hoy ausente verbo amor se había impuesto entre sus personas. La curó, porque era ese su deber. Ella no profirió queja alguna, pero en la mirada se le notaba la leve sorpresa por el encuentro.
Le tocaba el turno a la mutua sensibilidad social, más al cúmulo de casualidades, a fin de ser estos los elemento contundentes de unión para el encuentro. Luego de tantos años, Agustín Benítez, médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Asunción, tendría la revancha para refutar las posturas de aquella mujer construida a los golpes. Enseguida notó que Margarita había dejado de ser la dócil muchacha de las asentidas, para trasformarse en la de las acometidas. Esto le gustó, porque el era arrogante y amaba los desafíos. No se resistió a un mano a mano dialéctico, a la par en que el mate de la madrugada juntaba-o mejor dicho, rejuntada-a dos vidas, a dos amigos.
Margarita por su lado, comprobó con cierta alegría irónica la trasformación de Agustín. Aquella terrible fijación de adolescencia que este tenía con las míticas figuras revolucionarias de Latinoamérica, había llegado hasta sus últimas consecuencias, haciendo de Agustín un médico Ad Honoren.
Pero el pasado era un inquisidor, y las circunstancias se daban para revolver el hilo de las acciones. Un día se miraron las caras de forma agresiva mientras llovía, y casi al simultáneo, se cuestionaron por los errores del pasado; mientras que a lo lejos, Don Cano cavaba una tumba para Dogui, el perrito de su hija Helena, a fin de darla santa sepultura. Margarita pensó en cargar con el cadáver de aquella historia y enterrarla junto a Dogui, para que así el perro no se escape de su casa en la otra vida. Pero Agustín pensaba que los perros en el cielo, debían ser un tanto más independientes-Esa discusión, fue como una espina inteligente que sabría clavar en los momentos idóneos. Ya no podían hacer nada, ambos estaban en San Pedro para cumplir una misión Por ello fue que abandonaron su plan inicial de indiferencia, y el trato en principio obligatorio, aprendió a ceder, transformándose en voluntad de los dos, mientras el tiempo se hacía notar y los juntaba de a poco en sus regresiones mentales de amor, promesas y entregas pasadas. Así pasaron cinco meses.

- Dame agua, Agustín-le exigió Margarita al médico barba roja- Tengo sed
Mirtha sonrió abiertamente, al ver a su compañera de celda exigir servicios a un hombre. Su espíritu feminista se regocijaba con ese tipo de cosas.
- Esperá que te revise bien y después tomás el agua.- le respondió
- ¡Vos nunca me hacés caso, carajo!- susurró con el seño fruncido
El doctor asintió despacio, a la par en que comprobaba sus primeras hipótesis. Histeria, hipertensión, violencia. Además de eso. Estaba muy débilLas debilidades se hacían necesidades, tanto que una noche, Margarita organizó una peña y juntó a todos los niños del pueblo. Los sentó a los pies de una gran hoguera y se puso a contar historias y leer cuentos. Para Agustín, era esa la muestra máxima de su belleza, porque el veía en ese acto, la consagración de una entrega al poderoso ideal que los había unido de jóvenes. Nunca supo si la iniciativa respondía al auténtico deseo de narrar historias una noche de sábado, o si cierto afán maquiavélico obligó a Margarita a seducirlo de la manera menos convencional, pero más efectiva… tal cual ella sabía que iría a seducirlo.
Los acontecimientos de aquella noche no responden a principios racionales propios de una clase de ética o aritmética. Tan solo la concupiscencia marca tarjeta de entrada a la par en que Margarita Bertrán se escabulle por los pasillos del recinto reservado para los médicos, hasta llegar a los consagrados aposentos de adobe y zinc de Agustín. Esto le pareció gracioso, se sentía casi como estudiante de secundaria, huyendo del control de la guardia nocturna para encontrarse con un hombre. Totalmente infantil.
Se acostaron en la cama. Ella lo vio cansado y pensó que iría a quedarse dormido. Por ello, le aconsejó que se saque los zapatos antes. El otro, como de costumbre y no aceptando la idea de que una mujer lo dirija (sobre todo si era una de esas mujeres-literatas) gruñó un par de veces a la par en que se desataba los primeros cordones. Despojarse de los zapatos le resulto extrañamente maravilloso. Al hacerlo, recordó las muchas veces en que se los había sacado junto a ella, al igual que esas muchas otras cosas que uno se saca cuando tiene la manía de hacer la guerra con soldados desnudos. Toda su vida había sido encarada como una revolución porque el así lo quiso, y teóricamente había llegado al punto en que todo estaba hecho… o al en base. Ya era médico y la leyenda iba en camino, garantizando su eternidad para las próximas crónicas de pasado. Ya el transcurrir de los años se le notaba en los ojos negros y en la barba gris-que a pesar de la lluvia canosa del tiempo, aún tenia ese curioso color naranja/rojizo-Ella por su lado, conservaba la melena larga con la que la había conocido. Parecía que el peluquero se tomó las vacaciones largas, o tal vez las ideas le crecían a la par del pelo, de modo tal que cortarse la melena, era equivalente a eliminar el fluir de su torrente de ideas.
- ¡Sácate los zapatos para dormir!- le repitió, simulando un regaño.De pronto no se sintió tan valiente. Aquella maestra de Asunción a la que había abandonado tiempo atrás, sabía las tácticas y estrategias idóneas para ponerlo nervioso e incluso, para asustarlo. Llevaban años sin dormir juntos, pero eso ya no importaba luego de cinco meses de pasárselas hablando todas las madrugadas junto a la tumba de Dogui y con el mate en las manos.- Buenas noches…-le dijo el, en su pésimo simulacro de desinterés
Entraba bien un cigarrillo, pero no lo tenía. Le volvían los viejos vicios, porque en definitiva, todo lo que se va, regresa, y Margarita estaba una vez más, tendida junto a el. Le fue imposible no desear entonces, aferrarse a ella, le fue inconcebible no concluir que estaba loco, que siempre lo había estado, marcado por el sueño de revolucionarlo todo, porque en el fondo, era más factible pintarle al mundo una nueva estructura metafísica, antes de forjarse el, un nuevo espíritu. Se supo de pronto torturado por viejos demonios, que esa noche tomaban forma y rostro de mujer, de rostro de Margarita. Ella había sido, finalmente maravillosa
Se tomó licencia para analizar todo esto, mientras se llevaba ambas manos a la cabeza
- ¿Vos ya dormís?- preguntó
- No… ¿Por qué?
- Porque me estira tomar mate antes de dormir.
- ¡Y andá prepará!
El esperaba que Margarita lo hiciera, pero en el fondo la conocía tan bien y sabía que ella jamás se levantaría de la cama para hacerle ese tipo de cosas. Era buena y cariñosa para las palabras, pero no para la cocina.
El mate caliente le dio ganas de hablar. Sacó de entre su estante de libros, su gastada “Biblia” sudamericana y empezó a leerla con la esperanza de que su ex compañera de riesgos lo oyese. Finalmente, esta lo oyó a partir de la 5ta página de lectura veloz y no pudo evitar la sonrisa.
- Lectura de facultad- le dijo a la par de un bostezo largo- Si ya te leíste como cinco veces a Galeano y Las venas abiertas.... ¿Qué no te cansa?

- Sufrís de alucinaciones, Margarita- le dijo el médico, trascurrida una hora y media de análisis, pruebas y demás yerbas.
Ella no omitió comentario alguno. En el fondo le molestaba que el simulase sorpresa ante su mal patológico, siendo que de antemano lo sabía. Lo supo desde aquel primer día en que durmieron juntos y ella tuvo uno de esos ataques extraños en donde las sombras de un cuarto asunceno simulaban ser para su cabeza, una sala de confesionario con sádicos y excéntricos planificando nuevas técnicas de tortura. Entonces, se le secaba la boca y pedía agua, mientras las manos y torso le temblaban con cierta disciplina calculada. Y esa realidad no cambiaba por estar en la cárcel
- ¡Déjame!-le ordenó la mujer nerviosa, mientras este le levantaba la blusa, para aplicarle una inyección.
- Dame solo un minuto y después me alejo pa` que duermas bien.-le aclaró su interlocutor.

Pero en vano, porque a medida que se estrechaban los cuerpos, se iban estrechando también los años que quedaron bajo las escaleras de la facultad, o hasta disecados en el viejo florero de la mamá de Margarita. Reminiscencia es una palabra con más de cinco sílabas cuando los labios de esos tontos adultos con cabezas de niños se rozan, simulando esa inocencia de los primeros años. Reminiscencia tiene doce letras cuando sus manos se encuentran y a través de la experiencia empírica, ambos advierten en dar la razón a Platón, porque conocer, es simplemente recordar, Reminiscencia empieza con R mayúscula cuando el retoma viejos papales osados y auto impuestos, mientras le saca la blusa esa que es de colegiala y que aún continúa usándola con cierta devoción enfermiza. Por ende, reminiscencia también termina con una vocal cuando ella se suelta el pelo para exorcizar demonios. Y finalmente, reminiscencia es un arriero popular arrastrando una carreta de recuerdos viejos y nuevos, para comprobar que, efectivamente, ella estaba enferma.Margarita cargaba con todas esas cosas, la noche en que ella y Agustín volvieron sobre sus pasos. Para ella, fue algo simbólico el que aquel médico y viejo amor de juventud se las quitase una a una, ya que en el fondo, era como dar con la raíz del mal, en un simulacro por curarle los estigmas del espíritu golpeado, o al menos sacarle parte de los problemas junto con las ropas.Y era gracioso, porque en su delirio atroz, Margarita creyó vislumbrar un principio universal- de su propio universo- en donde para cada mal, Agustín Benítez tendría la cura idónea. Este sabría rastrearla hasta el fin del mundo y más allá de esos demonios de azufre que la asustaban en San Pedro, en las cárceles y en las habitaciones, con sus compañeras de celda, con sus otros amantes y con los otros médicos que buscaban inútilmente, la cura para su enfermedad.

2008, poco dsps el psiquiatra me dijo que le baje ritalina... todo mal gente!

Felicidad calcada

"Sombras de la China, sombras de la China
Ve a Pierrot llorando por Colombina"
Joan Manuel Serrat

El quería los remedios para la cura del cuerpo de su madre, y yo quería los remedios para curarme el alma. Y fue así que la búsqueda insaciable de soluciones y culpables nos puso al uno frente al otro para debatirnos y excluirnos mutuamente, a través de combates dialécticos.
Cuando lo vi por primera vez…. Pensé que era un cerdo nihilista sin valores. En ese entonces, yo me creía la niña de la buena moral, capaz de asir con mis dos manos, la espada y la balanza de la justicia, para redimir o condenar a quienes en mi derredor tenía. Pero ahora que lentamente la reminiscencia desfilaba ante la tenue luz de la lámpara de mi mesita, mi lado conciente se percataba de sus propios errores, de sus propios cambios y humanidades y de todas esas otras cosas que se superponen al tiempo. Y es así, que al deslizarme sobre las sábanas hasta entonces inmaculadas, redescubro las sabias enseñanzas, metafísicas de un profesor ya sin nombre, el cual me dijo que el tiempo humano no es tautológico al tiempo del reloj, y que este último tiempo sigue siempre un parámetro estable. Sin embargo el tiempo humano varía según nuestro propio sentir quántico.
Empíricamente hablando, yo experimentaba esa contraposición de posturas. Y es que ahora mismo, mientras esperaba y me arreglaba el pelo, veía el lento y tortuoso desfilar del segundero en mi reloj de pulsera. ¿Qué ya no podemos terminar de una buena vez con todo esto? Me sorprendía a mi misma, al ver mi rostro sutilmente maquillado y al descubrir que mis manos (presas de un impulso inexplicable) habían trazado un par de trenzas con mi cabello. En fin, la apatía de estar sola sin lápiz ni papel, me obligaba a descansar la mente –la cual estaba habituada a escribir bosquejos de líneas tontas cuando estaba sola y aburrida- Y ante ello fue que me resigné a recibir al imperio del recuerdo.
Sus palabras-la del recuerdo lejano y cercano al mismo tiempo, las enseñanzas de aquellas impresiones débiles de un pasado distante- empezaron a dictarme una solemne conferencia de dichos y proverbios, enseñanzas acumuladas por los años y guardadas en un viejo cajón de sabe dios que parte de mi persona. En fin, una vocesita chillona y molestosa-tan molestosa como un mosquito de aquellos- me decía que para los días turbios, no hay remedios. Los días turbios son como esas fiebres repentinas que lo toman a uno por sorpresa, y ante lo cual solo queda resignarse al poder luchador de los anticuerpos espirituales. Cuando lo conocí, no me había percatado aún del silencioso pero perceptible deterioro de mis anticuerpos internos. Sentía como si la casa de mi interior fuese un antro eternamente habitado por los mismos muebles. Nada cambia, nada deviene, las sillas son siempre sillas y están en su lugar habitual por siempre. Pero es ahí, dentro de toda esa calcada tranquilidad, que los cimientos imperceptibles de los cambios sutiles, empiezan a operar.Al principio fui hermética, porque su búsqueda tenía tan poco que ver con la mía. Mientras el indagaba por esquinas sucias, buscando a la yuyera que vendía la planta esa para hacer el insumo raro ese, que se pone sobre el agua para tomarlo después y calmar el dolor de reuma…. Yo estaba en el mercado sin mucho que hacer.
Con poco dinero en los bolsillos, apenas pude comprar unas especias. Pero no eran especias lo que quería. La tranquilidad no era un producto que se ofertase muy a menudo en sitios como aquellos. Tantas personas, tantos productos, animales, ruidos, golpes, pasos gritos, zumbidos, caras, maniobras y….-
¡Tock! ¡Tock!¡Tock!
Alguien golpea a la puerta. Es el. Lo sé por la habitual manera esa de golpear tres veces seguidas y de forma imperiosa cuando estaba con prisa.
Atraviesa el umbral de mi puerta, y de buenas a primeras se percata del olor a incienso. “¿Estás armando un ritual satánico?-pregunta adquiriendo una expresión picarona-¿O algún sacrificio maya?
Medito sus palabras por breves instantes. Y al pensarlo con mayores detenimientos, llegaba a la conclusión de que en efecto, algo así estaba ocurriendo en esos momentos. Y es que en estas instancias, cuando que mi mente se atraganta con su propia esencia bipolar y termina sin saber lo que quiere. Hace apenas unos minutos antes de que el llegase, me estaba arreglando y esperaba que el tiempo fuese capaz de arrasar con aquel compromiso establecido entre dos personas, lo antes posible, puesto que lo pactado, pactado estaba, y no era factible ir contra la marcha de sentencias firmadas. Pero ahora, aparecía la famosa figura del mito-aclaro que esta figura, era famosa para MI- y ella decide frenar… o al menos poner en duda mis acciones.
El mito no es una figura castigadora, ni moral, ni justiciera. Es la luz de verdad al final del túnel de ficciones. Son las cadenas de mi voluntad que, paradójicamente, se constituyen en únicas garantías de mis libertades. Haber… haber, ¿Cómo les explico que el hombre solo es libre de elegir a que cosas someterse y de que cosas liberarse? ¿Cómo les cuento la gran historia del mito que he creado para afianzar un pacto con mi voluntad… y reunir así a todos mis caprichos?Lo único cierto aquí es que esa tarde en el mercado, yo quería comprar cualquier cosa… y ví a este hombre que ahora golpea a mi puerta. El sujeto estaba en oferta y enseguida lo adquirí. Desde entonces, anda que quiere que lo conozca y le de utilidad. Pero no siempre terminamos comprando aquellas cosas que nos resultarán útiles. A veces, la avaricia-alimentada por el fuego de las vidrieras-nos convierte en animales impulsivos que compran por comprar, y que gastan por gastar… dinero o personas, da lo mismo hoy.
Pero el mito… es esa la única adquisición verdadera. Es este el producto de nuestra propia construcción, algo que no se encuentra en un mercado de pulgas, ni en los shopings, ni en las ventas de garage no en la Avenida Eusebio Ayala. El mito es auténtico, único en su especie, y lo he creado a partir de una persona también única. El mito tiene ojos ¡sus ojos! El mito tiene voz ¡su voz1 El mito tiene pensamientos humanos, pero que al ser tomados por mi, adquieren un tono divino. El mito en si es una persona de carne y sangre, que ha logrado de alguna manera y dentro de su particular magia, encarnar mi propia voluntad. Llámenlo verdad, utopía o hasta buen amor. Lo cierto es que se cierra el mito desde el momento en que el ideal, al tener materia y forma, se impone pesadamente sobre la realidad y aquel rostro es EL ROSTRO, y aqellas manos son LAS MANOS. Marca registrada, bautismo de fuego… nombre y apellido de nuestra voluntad máxima. Las otras manos, los otros rostros e incluso las otras caricias pasan de largo. El decir, se olas siente, bien o mal se las siente. Pero solo eso…Empiezo a temblar… tanto por la emoción como por el descontento, Hay una eterna batalla librada en mi ser, la librada por el mito y los caprichos esporádicos. Y una fiebre que me inunda cada vez que esto ocurre.Cuando el mito gana, la cosa es buena, porque a la larga yo siempre quiero—aunque ni yo misma quiera aceptarlo—que el mito gane y se imponga vigoroso. Pero cuando el mito pierde, no es que la cosa se ponga tan mala. Tan solo ocurre que los actos posteriores, confirman la tesis de que a veces no nos bastamos a nosotros mismos, o somos mejores en contraposición a las cosas que hacemos.Pero el combate es una guerra de desgaste infinita. Por sobre todo, es eternamente dialéctico e ideal. Solo ocurren las acciones, una vez que se halla terminado de debatir en el campo ideológico. Y tras desparramarse la tanda de los primeros actos, los hombres esperan pacientes, a que la próxima duda ante un si o un no, despierte la intervención de sus ideas mas enraizadas.Cierro los ojos y me dejo llevar. La batalla ideológica al fin se definió. A veces ni los propios hombres se percatan de que la mente y el corazón ya decidieron. A veces creemos no haber decidido algo que hicimos, siendo que en verdad esa acción efectuada ya estaba desde hace tiempo resuelta a efectuarse en nuestro subconsciente…. ¿o debería decir, nuestro INCONCIENTE?
Solo se que un par de acciones mas desencadenarán la victoria o derrota de mi sagrado mito. Y me dejo influir por ellas, porque a la larga el mito y yo hemos perdido la cuenta de sus fracasos y aciertos. Y este tipo de cosas no se miden con el tiempo del reloj.La regla de un mercado capitalista reza “dejar hacer, dejar pasar”, por lo cual concluyo que este proverbio centenar me lleva y me seguirá llevando en lo sucesivo, hasta tu piel. No la deseo tanto, porque cada vez que la disfruto en intensidad, viene el mito y me cuenta que muy a pesar de todo, existe algo mejor. Pero hoy, vos le ganaste al mito, y este se vio relevado a un rincón de mis pensamientos y nada más. No será por mucho tiempo, pero si por ahora. Este ahora que tampoco se mide en cronómetros terrestres, sino pasionales, metafísicos.
- ¿Me querés?-preguntas a la par en que tus muy particulares formas de afecto se disparan sin censura.Tardo mucho en contestar, Preguntas como esas, ameritan buenas respuestas,
-Si te quiero…. Pero si apagás la luz… te voy a querer mucho más.

Cuando

¿Y quien vendrá a buscarme cuando se agoten las instancias? Cuando ya no tenga ruletas a las cuales apostar y las revoluciones se hagan reformas. Caundo las balas del fusil no alcancen a los presos del paredon o las monedas de mi bolso no basten para sus manos. Cuando a papá se le acaben los cuentos o el pelo me deje de crecer. Cuando deje de hacer poesía o abandone toda forma de arte. Cuando el calentamiento global sugestione los límites de Pacha Mama o la soja mate al último de nuestros paisanos. Cuando se acaben los números y las democracias sean perfectas. Cuando los hombres dejen de sentir deseo, mas ese tonto vacío que los hace problemáticos. Cuando los cigarrillos y su ausencia ya no sean una fisura para mis viernes. Cunado tus manos y nuestros viajes dejen de ser fantasmas que interrumpan mis breves descansos entre las sábanas de apatía. Cunado mis lágrimas disueltas y diluidas dejen de fluir por rios invisibles, y sepa al fin concluida, la armadura de guerrera que mis herreros internos forjaron. Cuando las instancias se agoten... me sabré en un viaje sin retorno a ese par de ojos negros que como un espejo grande y oscuro me observa. Y cuando el punto diga que el párrafo se acaba para de ese modo concluir la historia (porque la página en blanco ya perdió la inocencia y se le acaban los cronómetros) me tocará cerrar los ojos como nunca antes lo hice y aferrarme a ese manto de plumas y algodón, en busca de esas veras que siempre me ganan. Las de tu espalda, tus hombros... sobre todo tus palabras. Y ese estarse quietos entre silencios. A ojos cerrados. A ritmo contento

2008, vos ni ahi pero para mi valió