jueves, 22 de enero de 2009

Y bueno...

Hay puñales que siempre clavan, esquinas que siempre nos hacen doblarnos sobre nosotros mismos, pasillos que tienen la maldición intrínseca en cada uno de sus ladrillos.

Hay balcones sobre los cuales siempre querremos suicidarnos, cuerdas que siempre serán las nuestras, balas que acostumbraran a errar el blanco para ir a dar de lleno contra las ventanas del vecino y hacer ladrar al perro

Hay lechos sobre los cuales nunca nos daremos del todo, sabanas bajo las que el verbo amor nunca será de raiz regular o donde razón le ninguneará por siempre a la socia concupiscencia.

Hay guerras que no se ganan, heridas de esos puñales que no nos matan en esas muertes para dar de bruces contra esos sueños eternos en los lechos del amante que nos dará ni la hora

Y bueno…

Not our world

Tu cartera tiene sueños
Y cartas
Y secretos
Y cigarrillos

Mis miedos tienen manos
Y patas
Y orejas
Y leguas

La historia tiene mitos
Y espadas
Y congresos
Y batallas

La globalización fabrica máquinas
Y capitalismo
Y guerras

Somos vos, yo
y este mundo que no nos pertenece
¿Qué hacemos?

Mambo negro!

Las preguntas pegadas en la pared
Junto a la cama
En el baño
Tras la heladera

Las ganas enterradas
En el jardín
Bajo el baúl
Dentro del libro

La canción que muere
En tus oidos
En mis arpegios
Para los desarrapados

La justicia que espera
Al verdugo
A la bruja
Al profeta

Tus sabanas llenas
De sexo
De entrega
y puntos suspensivos

(……)

Sudor

Sangre y sudor
Sudor y sal
Sal con sangre
Dolor garantizado
Sudor y dolor
La sangre de tu pueblo en la mesa de los otros
Mesa y ceniza
Un cigarrillo a medio acabar en medio de mis reflexiones
Ceniza y sudor
Sudor y manos
Y ceniza y secretos y manos que atan cabos
Y arrancan vestidos
Cielos sin puertas
Puertas y destinos
Y caminos que llevan a habitaciones de bocas grandes
Como cuevas
Cuevas en la que te veo y corro
Y correr es parte del proceso para emanciparse
De uno mismo
Sangre salada
Corro y desalambro tus fronteras
Las de tu ser más próximo y más lejano
Y al filo de ellas te sigo
Y sudo
Y sangro
Y me desgano
En tus ganas


pd: a kv ya le debo 20.00 x lo de sangre y sudor! casi lo fui

lunes, 19 de enero de 2009

Boicot

Ya veo ina que cesar y kve me reclamaran los correspondientes derechos de autor por este poema... pero que le vamos a hacer, me nació nio desde el titulo... de paso les cuento que masiado le quiero leer a Naomi Klein, pero tengo variosssssssssssssss libros que deben ser leidos antes
un abrazo gente... ! ´más chanta habría sido escribir "romance a un virgen"!


Boicot contra los centros del poder
Contra la hegeonía
de tus manos en las mías

Contra mis silencios oscuros
Y tus historias de mentiras

Boicot contra los sueños impuestos
Contra el sexo alienante...1
Contra la cuartada encubierta...
Y la provatización de los saltos

Boicot contra las privatizaciones
y las prohibciones
Contra la línea imaginaria que transforma
en pecado el deseo

Contra la música muda
Contra los suspiros en cuarentena

Boicot contra el ejército colonizador
de sonrisas
contrapoder a las dictaduras de espiritu
y a los tesoros mercenarios
boicot a las torturas fisicas y metafísicas
y a la moral ciega de dientes amarillos

Contrapoder al poder del miedo
Contrapoder contra la falsa de tu jurista
Contrapoder a las tormentas que atormentan
Y a la sangre derramada en guerra absurda

Boicot contra las caras que se esconden
y las palabras que no se dicen

Boicot contra mi mal humor
Contra vos y mis penas


1. En 1984 de Orwell, el plan del partido único era suprimir el orgasmo para que la creatividad del hombre no se desarrolle, suprimiendo de ese modo los impulsos liberadores.... la más terrible de todas las formas de alienación desarrolladas en la humanidad...

martes, 13 de enero de 2009

Benedetti

Todavía
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría


palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo

tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo

que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto


nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa



sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía



pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro


y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido


y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.



Te quiero
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía


si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos Color del texto

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola



te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso


si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Cuando le lei a Benedetti me fui a la puta... a veces pienso en todos ustedes, hijos de puta que me ganaron el corazón, y me salen estos poemas, a veces pienso en lo mucho que quise volver con ustedes-de ahi sale el primer poema-pienso en eso de que tu recuerdo tiene tanto que ver conmu¡igo como contigo, eso de que nadie nunca te reemplaza, y de que a casa volves guauuu y yo ni ahi lo creo... nunca volvieron, es por eso que en antecendetes penales, yo doy a entender eso, y no les culpo, como tampoco me culpo a mi misma...y luego el 2do poema... gran puta!!y como le dije a un socio la otra vez, yo siempre voy a amar y a besar a la boca que grite rebeldía, no lo consivo de otra manera...Y XQ SOS PUEBLO TE QUIERO CARAJO!!sabes bien que es eso lo q me gana de vos-y al dcir vos les digo a todos ustedes, al flaco, al gordo, al negro, al barbudo esporádico, al denso, a todos-pero tb me digo a mi misma que amor no es aureola ni candida moraleja.... no existiran los reyes magos Pao, lastimosamente tus padres no mas te mentían, pero acordate que el kracu está en construir, en losprocesos de continuo crecer, en Marx y su dialéctica historicista, en regar la plantita-haciendole a jessi y sus videos de música-en romper con los absolutos de una tarde de mayo, octubre, febrero o setiembre... no habrán reyes, sino humanos de carne, sangre y sudor que quieran hacerle a la historia conmigo...

Asunción

primera cosa que te escribi.... cuando un hijo de puta pelagato me jodió... esos mambos de que aprietan contigo y dsps se van con otra tipa, elemtnos aleatorios de la adolecencia que fornican con tus fantasmas para crear ridiculas morales estoicas que seran el caliz que alimente la garganta de tus traumas... bien ahi Pao_!

Un agujero en el medio de la nada, en donde las calles no tienen nombre, donde los asaltos y las violaciones no llegan a ser del todo denunciables o denunciadas, donde mueren ilusiones, donde nacen pasiones...
Donde te veo pasar y tu me ignoras...
Aquel lugar que apenas si merece ser incluido en el mapa de la civilización, aquel deseo incontrolable de figurar a toda costa
Alli donde maduraron mis ideas, la necesidad insatisfecho de crecer y huir de aquel lugar.. a como de lugar
Alli donde sangraron mis heridas, donde dejas(dia a dia y concientemente) tus marcas.
Allli donde la verdad no tiene mas valor que el que le damos comunmente, donde se venden las almas a los mejores precios de subasta, donde compramos amor a un 2 X 1 y sin garantía de confianza y donde los problemas son gratis...
Aquel laberinto indesifrable de experiencias, al que llamamos vida. Los suburbios de la nada, en donde me pierdo buscandote...
Alli donde busco paz y encuentro guerra, donde busco superarme y termino siendo un masoquista, el único lugar en la tierra donde los suicidas son considerados personas normales.
Alli en donde tus labios jamas han de ser mios, en donde tus promesas pasadas son solo contratos viejos con empresas olvidadas.
Donde el aire no llega a mis pulmones, donde todo es efimero, donde tu mirada no ha de cruzarse con la mía, donde Dios reza para ir al cielo, donde la suma de todos tus pecados quivale a tu salvación.
Aquella ciudad que sabe bien de lo que estoy hablando, mi ciudad, La Capital en la que vivo.

2004....viejooo

La ventana (fragmento final)

No existen los reyes magos Paola Ferraro, ayer al hablar con tu socio ya pillaste, japiro la inocencia, japiro los sueños, japiro ese escucharle a partes iguales y creer que lo que dice la letra es cierto...la ventana de la manzana se cae a pedazos!


La ventana era yo, mirándome de afuera para dentro. La ventana era papá, contándome historias de la dictadura y de las cosas que pasaban por Asunción tiempo antes de que yo naciera. La ventana eran todos aquellos escritos catárticos que yo redactaba y leía en vos alta con mis amigos en el balcón y frente a sus vidrios, la ventana eran los besos y las palabras de afecto entre dos sombras, era mi soledad en la más acabada y perfecta de las compañías, eran mis pensamientos desfilando sobre sus cristales, eran mis manos crispadas y furiosas estrujando sus barrotes. La ventana se abría para mis sueños desde el momento en que yo pisaba ese balcón y miraba al palacio de López y pensaba…. ¡si tan solo hiciésemos algo mejor por el país! O me preguntaba citando a un escritor paraguayo: Patria querida ¿somos tu esperanza?[1] La ventana era tu voz, tu mansa voz embelesándome los oídos, la ventana eran tu nombre y el mío entremezclaos como firma tacita de una promesa. La ventana era mi llanto silencioso por un pasado muy lejano, mío y de todos los que a ella acudían para contar sus penas y alegrías. La ventana era ese destellito de luz q de ella salía. Era imperceptible… pero destello al fin. La ventana era el eterno misterio de lo que hay tras ella, o tras cada uno de nosotros, virtuales ventanas en potencia con una historia que se esconde tras nuestros vidrios y barrotes, resguardando a nuestros relatos internos.
La ventana era la ventana
[1] Verso de Andrés colman Gutiérrez
2007, junio

un poema bien logrado al fin

Soy barro de alfarero
El que se destruye a si mismo
Para volverse a encontrar
El que rompe con los moldes
Para reinventarse
El fundirme y refundarme en mi mismo
Para juntar los pedazos del que fui al seré
Pasado, presente, futuro
Son solo líneas infinitas de una recta ilimitada
Y no termino nunca de acabarme
Como así de construirme
Porque el barro de alfarero es eternamente moldeable
Siempre soy, aunque deje de ser.
Soy de la tierra, soy de mis raíces
Soy escultura y rascacielos
Vasija en la que bebes el tumulto de vida
Que te permite vivir a ti como a todos.
Soy de barro, el polvo infinito que a todos espera
Al final de su sino.
A todos. David fue el primero en oírlo de los labios del Dios
Pero no el principal en saberlo.
Soy el barro de su Adan.
Todos y nada. Me trasformo en ti, humanidad
Para ser y dejar de ser con cada golpe de tu historia
Que a mis cimientos corrompa
Para en póstuma hallar refugio en las manos del alfarero
Que garantiza mi inmortalidad
Pues el barro siempre es barro sin importar cuanto de el moldeemos
Polvo eres y polvo serás

2007.... 1er año de facultad, muchas heridas que estaban asquerosamente abiertas en ese entonces, asquerosamente sangrantes, asquerosamente molestosas... mientras tanto Benjamin decía que las decadencias no eran malas

Divague

Cosas comestibles y masticables que el pueblo pueda digerir, a fin de evitarse pesadillas para después de la cena. Nada exorbitante ni fuera de lo común, para no complicarse la vida, para no consumir las neuronas. ¿Es eso a lo que estamos acostumbrados?¿O es lo que nos quieren hacer creer?
Los críticos dicen que al mundo se le ha acabado las buenas ideas. Que nuestras revoluciones o posturas son simples residuos de las grandes mentes extintas. Que la literatura ya no es literatura, que la música ya no es música, y que el arte en general ha abaratado sus costos- y por ende, su calidad- para hacer accesible su entrada al mercado. Que ya no habrá próximo Shakespere o Cervantes para los libros del mañana, ni un Pink Floyd sicodélico que marque a las generaciones. Los de las viejas posturas, que se llaman a si mismos, “del viejazo”, son ellos los críticos más asiduos a condenar las ideas del presente. Y nuestros artistas, de súbito se ven afectados, pasando a ser catalogados-por no decir “denigrados”-como las prostitutas del marketing. Pero lo verdaderamente malo ocurre cuando, en el peor de los casos, los expertos o pseudos expertos te afirman-de manera categórica-que es esa prostitución, la única manera de triunfar en el mundo globalizado y comprarte una vida. Una vez más, el dios dinero exige su parte de la torta.
Finalmente, están los que condenan el divague, catalogándole de absurdo, algo sin pies ni cabeza. “Los artistas de hoy ya no crean, solo divagan” Y la pregunta que para mi gusto-no sé si para el de ustedes también- queda abierta es: ¿Qué es el arte al final de todo? ¿Cómo se hace el buen arte?
Opino que los críticos critiquen, pero a la par produzcan. No se puede satisfacer a todo el mundo, por lo tanto, el mundo no debería ser tan exigente. Si bien es cierto que mucho de lo que hoy nos “enlata” el mercado solo aspira a ser materia mediocre, mucho de lo bueno, y lo realmente bueno no es reconocido. Para los acostumbrados a la mediocridad, lo bueno no es bueno, entonces no lo compran. Y para los viejos costumbristas, nunca existirá nada mejor a lo que ellos mismos conocieron y/o produjeron, porque su puta soberbia no les permite ver dos dedos de frente. Entonces, lo verdaderamente bueno y nuevo no trasciende, porque tanto los viejos como los mediocres se encargan de fusilar a las buenas ideas, como a las no tan buenas, que algún día podrían llegar a serlo. Y acabamos siendo la misma escoria-por no decir mierda- de siempre, incapaces de crear nada nuevo ni nada bello dentro de nuestros habituales divagues. ¿Y quien tiene la culpa? ¿Ellos por limitarnos o nosotros por rendirnos?
Artistas soberbios que se sienten como la última coca cola del desierto, por el simple hecho de ser auténticamente buenos y estar desligados del marketing. Y marketeros consumados que viven del raiting. Y un arte que promete mucho…pero que muere con el día a causa de sus enemigos feroces.
2007


obs: Nunca pero NUNCA me gustño usar la palabra "divague" para definir a uno de mis escritos, pero el oso yogui me pidió que escriba algo -lo llamó divague-par auna revista que de paso tendría ese nombre...(((divague))) y a modo de sinceridad... es nio un divague lo que escribí, el escribir porque te piden y escupir ams que pensar lo que haces... pero.... tiene algo de lo que se vendría después.... eso de putear al mercado consumista me suena a un progresismo en pañales

Corazón

Porque hay reglas para todo
Porque el peso de nuestras acciones es ilimitable
Porque amarte a vos, no implica amar a otros
Porque a la larga somos mosaicos y figuras intrínsicamente fijadas
En la estructura universa de los actos humanos
Porque la moral de los estoicos está en nuestra sangre
Porque amarte aún no es amarte todavía
Y todavía es siempre más. Mucho más.
Porque mi cardio no comanda solo. Necesita la aprobación
Del raciocinio superior.
Porque el estarme en vos, es calar en senderos vagos
Y no hay razón para perderse
Más que por lo verdadero de nuestras verdades.
No debería uno perderse por las falsas ilusiones
Ni por las desventuras fugaces.
Y no se renuncia al molde
Sin antes garantizar la gloria de algo nuevo.
No se tiran las cartas sin antes garantizar el éxito de la jugada.
Ni hasta las guerras se batallan sin ser tu ejército el primero.
Porque si no es mi dolor, es el tuyo.
Y si no es tuya la desdicha, será mía
La oración descripta al infinito
De un Dios que todo lo oye.
Porque no son tus reglas, son las mías
O las impuestas por otro. Da lo mismo.
Porque no se puede transmutar todos los valores
Aunque a algunos si hay que apabullarlos para ser libre
Porque no se estalla en gozo abrazando parajes extraños
Ni se alcanza la dicha oyendo a todos nuestros demonios
Porque las tablas de la ley ya están escrutas
Y no somos juristas de lo eterno para enmendar sus leyes


2007, le escribi a Kari cuando supe que volvía de costa rica... pero no sabía como volvía...

a Martín...

Tu cruz es pesada. Déjame cargarla contigo.
Déjame que sienta por un momento el dolor que sientes.
No lo hago por lástima, tampoco por curiosidad.
Déjame beber la copa de tu amargura, para así comprenderte.

¿Donde te duele más?
En una maldita sociedad que no supo darte tu espacio, en donde te negaron la identidad
En la cual no sos nadie, en donde no se vive, sino se sobrevive?
En los recuerdos malditos del reloj, de un tiempo que corre en tu contra?

Habitante de la ciudad del olvido, eres sombra entre las sombras
Eres el polvo que los hombres pisan en su andar.
Eres la escoria a la que escupen
Eres el alma pobre a la que azotan

A quien le importas, si hasta el propio Dios te ha olvidado?
A mi...
¿Puedo de alguna manera, darte lo que la vida te ha negado?
Ser la luz al final del túnel, el remedio para tu enfermedad?
La llave de tu libertad, la oportunidad que siempre deseaste?

Déjame entonces, sumergirme en tu laberinto
Déjame infectarme (y hasta corromperme) con tus espejismos de gloria y fracaso
Déjame conocerte, para no ser como los otros, que te clasifican, te encasillan
Déjame ser algo de vos, una pieza en tu encrucijada


2005... cuando el chileno y yo eramos socios.... su recuerdo por suerte no me duele.... viva el presente never ausente!

Batallón 40


Y diosito me dijo que cuide las calles que me vieron crecer
Y cuide a aquellos que sufren
Y a mi tierra que no morirá.
Tierra que no olvidará…
[1]


I

Y allí estaba yo. Esperando enfrentarme a los Hunos y su temible Atila, mientras sacaba los clavos a mi Cristo crucificado y contaba las últimas sartas de mi rosario. Las plegarias del corazón se iban con el verano, dando paso a la ficción de otro otoño en las tierras de capricornio. El seco viento las llevaba lejos, hasta la morada de algún Dios, quizás el mío, quizás el de otros, pero Dios al fin. Y si mi voz angustiada era la única mensajera, el mensaje perdía su norte y llegaba a otros seres, a otros dioses ajenos a mi desdicha.
Y mi gastada ciudad de Asunción solo me ofrece un paisaje caótico y la vez desolado de una ciudad dormida. Pero yo no podría dormir con ella. Alguien debía hacer guardia y confrontarse a la blanca luna, que solo sabe mirarte airosa desde lejos, mientras tus torpes pasos se pasean por calles oscuras. Porque es allí cuando Asunción te ofrece toda la maldad del mundo. No necesitas irte lejos para saber lo que es la guerra, no necesitas irte lejos para sufrir el olvido o conocer la muerte. En mi caso al menos, bastaba con caminar un par de cuadras cortas hasta la parada del micro y esperar… esperar a que llegue el colectivo de mierda, y que lo haga rápido, porque son las diez de la noche y, aunque dicen que los caballos loco están del otro lado, sigo temiendo por mi etérea seguridad.
Y camino. No puedo dejar de sentir calor, puesto que el corazón de Sudamérica traspira incluso a estas horas. Parece ser que nunca descansa, ni la noche evita que el sudor surque su frente o que sus manos laboriosas busquen el pan inexistente, el pan de ceniza que se supone, lloverá algún día del cielo.
El primero en cerrarme paso es el mendigo. Quiere una moneda. Sabe bien que no le servirá de nada, porque mañana, el día se encargará de gastarla en cosas superfluas y vanas. No necesita instrucción intelectual para percatarse de mi indiferencia. Tengo el dinero justo para llegar a casa… o quizás tenga un poco más. No sé. De todas maneras, no debería cerrarme el paso.
Sigo caminando, ahora si, con más cuidado. Estoy a seis cuadras de la parada y las calles se han vuelto más oscuras. ¡¿Qué ya no funcionan las luces en este país?! Siento miedo, y de forma instintiva, meto la mano derecha en el bolsillo. Sostengo el rosario, pero… considero herrado e hipócrita mi actuar. Me doy asco…bueno, no sé si tanto como asco, pero repentinamente me siento mal. ¿Por qué habría de tomar un rosario entre mis manos cuando acababa de negar la moneda al mendigo? A fin de cuentas, ¿Quién era más creyente? ¿El que alaba a Dios en su casa, pero que al salir de ella, negaba la moneda al hermano, o el ateo radical que niega y reniega al Dios de los cielos, pero que no duda ante la miseria del mendigo y lo ayuda?
Apresuro la marcha. La segunda en cortarme el paso es una niña. ¿Cuántos años tendrá? ¿Once? ¿Trece? Quiere monedas. Esta vez ya no dudo en dárselas. Se las entrego, pero al hacerlo, no puedo evitar detenerme en su aspecto estrambótico. Uñas del color rojo carmesí, falda corta y un intento de camisilla. El pelo enmarañado y un ligero hedor, producto de su andar por las calurosas veredas desde muy temprano. Es triste verla así, pero más triste aún es cuando tus ojos se acostumbran a verla partir con el primer auto que para en la esquina.
¡Y siguen cortándome el paso! Ahora bien, es el propio auto, que subió a la niña y quiere subirme a mí también. Uno de ellos abre la puerta y me invita a pasar. Depravado sexual, lo miro y hecho a correr. Oigo un par de carcajadas cortas a lo lejos y el auto se marcha.
Cuatro cuadras. Atravieso flores y espinas en un peregrinar comúnmente extraordinario. Y más decepciones surcan las venas y avenidas de mi ciudad asuncena. Y todavía encuentro putas y mendigos que piden mis monedas, pareciera se que estas nunca son ni serán suficientes. Siempre piden más, siempre falta más.
Dos cuadras. Acaba de pasar un 56 frente a mí ¡Mierda que no lo vi antes! Ahora ya no hay nadie que me corte el paso y estoy a una cuadra de Oliva.
¿Por qué me empeñaba tanto en pelear contra Atila y sus Hunos? Era inaudito. No era más que uno de ellos, un ser bárbaro que surcaba día a día las calles de Asunción. No había civilización ni intento de civilización… ni mera ficción de civilización en las tierras como estas. Sería tonto de mi parte entonces, sacarle los clavos a un cristo roto, siendo que yo misma estoy clavada en mis propios infiernos terrenales. Y los clavos ¿Me los puse yo o me los puso otro? Eso es lo de menos.
Y los otros, esas otras cruces. Las que veo pasar día a día en las esquinas. Mis propias monedas, las que ofrecía a costa de acallar sus pedidos insistentes. Ellas mismas, llevaban incrustadas sus cruces personales, tras las caras del Mcal López o algún prócer de la independencia. Marca registrada del terror, de su calvario.
De Oliva a Cerro Corá, de ahí a General Aquino. Paso por la vieja plaza de mi infancia, aquel célebre Batallón 40, dirigido por Bernardino Caballero durante la Triple Alianza. Allí mismo, jugábamos a ser los soldados que nunca seríamos. Tonta inocencia la de los niños, que se sienten realizados ante la sola idea de cargar con un fusil para defender a la patria… o quizás no sea el patriotismo lo que los emociona, sino la sola idea del combate, los enfrentamientos a quemarropa con algún enemigo sutil y la quimera en la que se baten esplendorosamente contra sus adversarios mortales. Mucho antes de saber lo que es en verdad la guerra, la belicosidad precoz de mis vecinitos la trasladó de los sueños a la realidad, dando inicio a las primeras peleas de la calle. Estas, en un principio fueron inofensivas, pero no tardó el tiempo en dotarlas de crudeza. Y como yo era una niña, exigía un trato más delicado en mis juegos de infanta; de modo tal que en una tarde de esas, en las que el sol calienta el pavimento hasta volverlo inhóspito, me vi obligada a abandonar a mi batallón 40. Mamá me dijo que ya no jugara más con esos chicos, porque eran mala compañía para mí.
Y a esa edad, yo solo sabía obedecerla…
Siendo de noche, vuelvo a pasar—como todos los días a esa misma hora—por la plaza. Esta, se halla rodeada por el halo de alguna quietud y misterio alarmantes. Tengo 18 años y han pasado 9 desde la última vez que jugué en sus terrenos. ¿Pero saben qué? Nunca se deja de ser lo suficientemente niña como para extrañarla… a la plaza, a los niños que jugaban en ella. A mi padre, antes de que este partiera al prometido más allá de los católicos. A la popular fiesta patronal que organizaban Doña Estela y los vecinos—y su mbeju que siempre se quemaba—A la pelota tatá que quemó los pantalones del tío Roberto, y el pobre viejo que se asustó tanto, que casi muere de taquicardia. A los campesinos que cada tanto se instalaban sus areneros y paseos cuando llegaban de sus lejanas casas hasta la capital. Al partido so´o, la infaltable misa de los domingos por la mañana, y al asadito que venía después… el tan famoso asado con todos los vecinos, a la par de la cumbia estridente esa. ¿Y como no? Al inolvidable primer amor de la infancia, de esos de cuando tenías 9 y apenas entendías el mecanismo de la vida. No se deja de ser lo suficientemente niña para resguardarse ante la sombra de un pasado alegre cada vez que el micro te pasee frente a la plaza de tu atesorada infancia.
[1] Fragmento de una canción del grupo La Secreta.


La caja

- ¡No abras la caja!

Cada paso que des, cada latido del corazón vacilante, cada caricia que tus manos den al rostro taciturno que te contempla, silencioso, en el umbral. Y los pájaros del cielo y los peces del mar. Y los besos que silencian las palabras, y las estrofas del tan aclamado poema, junto con las notas de una carta cuyo remitente nunca jamás osará leerla, porque no le corresponde hacerlo. Muchas cartas se hicieron para no ser leídas nunca.
Es esta la locura que me late, la locura que comparto con pocos, la que me alimenta el atormentado espíritu, conduciéndome a la inevitable perdición. Y tan desorientada estoy que hasta en las calles de Asunción me pierdo, suburbio de suburbios, junto al tosco río, que espero, algún día arrastre mis miserias hasta la redención.
Y cada esquina de cada calle tiene un recuerdo agridulce. Si pasas por la casita rosada sobre Mcal. López y teniente Mcartur, te encuentras con la infancia ingenua de una niña que creía en hadas y brujas. No se si fueron ellos o fui yo misma la que se autoindujo la idea, pero desde pequeña viví fielmente convencida en que aquella casa rosada de estilo mitad gótico, mitad inglés, era propiedad de una maga, que yacía escondida tras las paredes de una casa en Villa Morra. Desde entonces, e incluso hasta ahora, sueño con entrar a la casa y encontrármela.

- ¡No abras la caja! ¡Te lo digo enserio!

Si sigues el caminito empedrado de Tnte. Mcartur, otras cajas se abren. No son de las temibles, por el contrario, son de las que te hacían sonreír cuando eras pequeña. La casa del tío Domingo, con su torre de libros- muy parecida a la de Rapunsel de los hermanos Grim-¿Por qué son tantos? ¿Será que alcanzó a leerlos todos? Pueden pasar 100 años, pero siempre te sorprenderán esos volúmenes de tan magna sabiduría.
o la vieja casa del ángel de la muerte, médico de nuestro ex tendotá-stroessner- El tan temido doctor nazi también tenía sus cajas personales, y eran estas, más atroces que las de cualquier otro ser humano. Dicen que nunca llegó a abrirlas, porque- como médico que era- fue plenamente conciente de los efectos secundarios que atestan a las mentes indiscretas que llaman al recuerdo.

¡Es la última vez que te advierto! ¡Dejá eso y venía acá!

Y las primeras lágrimas duelen. Y siguen doliendo. De no recordarlas, no dolerían. Si atraviesas el umbral de una pequeña pero noble iglesia, te encuentras ante un Cristo de madera, que te contempla y seguirá contemplándote siempre con los mismos ojos. Y no olvidas nunca esa tarde lluviosa en aquel mes turbio, en el que desesperada, acudiste a el. Y no olvidas a aquel sacerdote alemán, con la pinta esa de menona, hablándote de liturgia y teología, cuando simplemente vos querías que alguien oiga tu dolor y siente en un momento, lo que vos sentís. Lo que empezó siendo una simple confesión, acabó en un debate dogmático-místico innecesario, y enojada, exigiste al cura que te de la absolución. Prácticamente lo obligaste a que te bendiga. Luego de aquello, te echaste a llorar a los pies del cristo, de ese Cristo que si sabe cargar cruces, no como vos, porque la tuya te pesa demasiado, te sigue pesando cada vez que la recuerdas. Fue esa, tu verdadera confesión. Y es por eso que aprendiste a olvidar las cosas, porque como bien te dijeron alguna vez tus maestros, “lo que no dura se eterniza”.

-¡Por favor te pido! ¡No te lastimes más!

Y las tiernas palabras de amor que se dijeron una tarde. La fe compartida de dos humanos que aspiran a la humanidad. La certeza de creer lo increíble y probar, a base de besos y lágrimas, cuan equivocados estaban. Son los clavos que no se desclavan, cuales cuñas entrañables del escriba; las heridas que cicatrizan, pero no desaparecen.
Era necesario convertirse en otro. Dejar los santos y señas de la infancia, los códigos moralistas del ayer y zambullirse en otra realidad. Pero ¿Por qué zambullirse si ya estábamos dentro de la marea? Bastaba con tocar el agua para darse uno cuenta de que ya estaba con el culo hasta el fondo, inmiscuidos en asuntos nuevos y extraños.
Ya no se era lo mismo. Y aquellos meses habían arrastrado con todo lo conocido, dejándome en lo que para mi era, algo peor que la incertidumbre, peor que el desasosiego. Un punto muerto, en donde no se avanza, un presente estático sin novedades y atestado de cajas.
Aún te busco en las calles de Asunción. En las avenidas afestadas o en los edificios coloniales que- no sé porque- me cautivan tanto. Pedazos de una historia que no volverá a escribirse. A vos, o quizás a otros. Todos o ninguno, a la larga no busco a nadie en particular, más que a mi misma. Hay días en los que uno llega a desconocer el reflejo de su propio rostro en el espejo, y hasta la propia voz parece salida de no se donde. En días como estos, hasta la sombra parece estar ausente. No hay brújulas ni mapas que te guíen. Solo cajas y más cajas por abrir, cachivaches.
El pa´i alemán ese me dijo que el rosario ayuda. Ahora bien, me toca buscar a Dios entre las perlas de mi sarta azul… o quizás te sigo buscando. Tal vez. Durante muchas noches usé el nombre de Dios para buscarte. No di contigo, y hasta el día de hoy creo que una parte de mi sigue buscándote, en los rosarios, en los templos, en las calles, esas mismas calles que hoy día recorro palmo a palmo.

-¡¿Sos o te hacés?! ¿¡No ves que te hace mal, que te estas destruyendo sola!?

Soy la niña que te extraña. Que te vio crecer y alejarse. Es increíble como uno crece en tan poco tiempo, mientras el resto se queda expectante. Y vos cazas estrellas, mientas yo abro más y más cajas, y por más que la propia conciencia me lo advierte, nunca termino de aprender y de evitarme las tragedias. ¡Y así es la vida che! No basta con el mito de Pandora y su caja para darse uno cuenta de que algunas cosas deben permanecer para sierre encerradas, de que algunos tótems no deben ser profanados. Mejor no saber ciertas cosas… ni recordar otras.

- ¡Así está mejor! Dejá todo donde estaba y cerrá la caja!...¡Y no la vuelvas a tocar!

mauo 07

A pedido del público

Hoy nio me fui a almorzar con Edu Quintana, mi amigo de derecha que siempre cree que una conversación conmigo es una covertura sobre los mambos de la izquierda en py... pero we, lo chulina del asunto es que cuando se logra saluir de ese contexto de izquierdas u derechas, se puede hablar de cosas que a mi me gustan más, entiendase, nuestras vidas..
y yo co le prometí este cuento..... viejoooooo, de la época de la REAL 06... a mi no me gusta tocar las cosas del pasado, porque yo siempre voy a extrañar mi pasado, por eso me esfuerzo en olvidar muchas cosas, porque me duelen que ya no esten cuando me acuerdo de ellas, por eso le felicito a Cave por devolverme mis cartas... muy inteligente de su parte, pega hacerle a la hoguera 2009 gente!
aca va el cuento edu... a mi ya no me gusta, porque es y seguirá siendo un cuento de catarsis que no trascendió... una cagada pa literatura
este cuento me hace acordar a clau peña
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Solamente solo existo en este altar
Solamente solo persisto en este amar

Beto Cuevas

La tarde era triste y gris, al igual que su corazón, que también estaba triste pero no así de color gris, porque los corazones no acostumbran cambiar de color como las flores y el clima. Pero en fin… lo cierto es que este corazón- al cual podríamos catalogar de “incoloro”- estaba deteriorado- para no decir que estaba “roto”, lo cual se constituye como un calificativo trillado y hasta si se quiere decir cursi para este tipo de narraciones- con las heridas sangrantes, buscando sanarse y reponerse de alguna manera.
Este corazón tenía un dueño. Un dueño bastante común y particular a la vez. Era yo. Aquel era mi corazón, joven e idealista, que latía vacilante a causa de una herida.
Y ahí estaba yo. Sola pero acompañada. Acompañada por un buen número de desconocidos que iban y venían en su eterno recorrer por aquella concurrida avenida, deseoso de llegar a sus respectivos destinos. Y sola, porque aquella basta compañía de extraños no me pertenecía. Eran muchos, pero ninguno era verdaderamente mío.
Sola como estaba y con el corazón lacerado por los recuerdos de un ayer que ya no era alegre, caminé por la vereda. Hacía frío, a diferencia de otras veces, en las que el caminar era caluroso y húmedo. Pero hoy no había sol abrasador ni calor sofocante en aquel rincón de la ciudad.
Me tambaleé vacilante por la avenida. Al cabo de un rato, mis ganas de entrar menguaron. Algo dentro de mi dudaba y hacía del peregrinar una tediosa obligación, una tortura, porque las ganas originales se habían esfumado, convirtiéndome ahora en un manojo de nervios, que clasificaba a los autos por colores y marcas con tal de matar el tiempo, con tal de no entrar. Quise recostarme contra la pared de algún edificio público o sentarme en la vereda, como acostumbraba hacerlo siempre que mis largas y agotadoras caminatas de estudiante me lo pedían. Pero no era ahora el cansancio físico lo que me agobiaba. Era otro tipo de cansancio, uno más cansador que todos los demás cansancios. Era algo trascendente, espiritual, algo con lo que no se puede ni se debe vivir todos los días.
Mis torpes pasos se dirigieron al templo situado sobre la avenida. A aquel lugar que en algún momento de mi vida fue motivo de gloria, entusiasmo y esperanza. Aquel lugar que fue, y- por más que no quiera admitirlo- sigue siendo alimento para mi alma, porque la fe en mi Señor sigue aquí, latiendo en mi pecho, y es en su casa en donde descansan las penas y sinsabores de mi vida.
Los pasos se hacían más lentos a medida que me acercaba a la puerta. Me temblaban las piernas ante la sola idea de entrar y encontrarme con aquello que venía a buscar. Era un sinsentido, un juego mal planeado.
Pero una vez adentro, caminé por los amplios pasillos, dando un sin número de vueltas en círculo una y otra vez por los mismos lugares. A cada segundo me detenía a contemplar los detalles de aquella magnánima infraestructura, a contar el número de ladrillos de las murallas o los mosaicos de las ventanas, a juntar hojas o a oler flores- Parte de mi voluntad quería seguir avanzando y llegar hasta donde debía llegar. Pero la otra parte- más conservadora y tímida- pretendía volver a la avenida a mirar a los autos y a la gente pasar, con tal de no encontrarse con problemas.
De esa tarde fría recuerdo el viento. Aquel viento sigiloso pero a la vez violento que anuncia el vendaval. Las nubes grises, los mosaicos de la iglesia. La majestuosa cúpula y un buen número de gente que resultó ser conocida- no todas las personas son perfectos desconocidos en la calle- y me observaba extrañada, casi perpleja.
- “¿Qué hacía ella acá?”- era esa su pregunta- “¿Por qué venía?” ”¿Qué estaba buscando en el templo?”
Yo reí con desdén, puesto que ellos sabían la respuesta. La conocían tan bien como se conocían a ellos mismos. Tan bien como yo misma a la hora de idear el motivo para estar aquí y camuflarlo con la excusa menos creíble y más barata en la historia del mundo, excusa solo aceptada por niños pequeños y gente inocente- más ingenua que inocente-
Y es que así son las excusas: tontas… porque son innecesarias. La verdad es una sola y no hay excusa que pueda camuflarla a la larga. Mientras tanto caminaba y caminaba, pero parecía no a alcanzaría mi meta. Por más que apretase el paso, siempre me faltaba un poco más para llegar.
Los extraños continuaron mirándome y susurrando sus palabras, sombras azules en aquella tarde gris. Despojos errantes, eso si, no más errantes que yo y mis pasos… y mis palabras, que buscaban salir y no podían. Y mi garganta, que carraspeaba. Y mis lágrimas que buscaban esconderse para que las sombras no las vean. Al menos estaban lejos de mí, guardando distancia, y no interferían en mi camino. No me cuestionaron de frente, pero bastó con sus miradas para saberme intrusa, una curiosidad más para su circo. Era plenamente conciente de que para muchos de ellos yo no era bienvenida
Una vez en el interior del templo, me dispuse a contemplarlo. La paz se respiraba en el, esa paz que había ido a buscar y que parecía de vidrio, frágil como el mimbre.
En el altar solo había una vela encendida, una sola. Y las sombras se proyectaban, dando a los santos un aspecto aún más solemne del que habitualmente eran característicos. Las cúpulas estaban a oscuras, pero aquella era una oscuridad mansa, no siniestra. Hasta ese momento, nada temible podría pasarme.
Aquella vela en el altar… la había prendido una vez, cuando tuve la ocasión de asistir a una de las misas. Desde entonces, contemplaba al altar con veneración, porque era recuerdo eterno de un instante de gloria, en donde nos sentimos tocados por cosas sagradas o hasta si se quiere decir divinas. Ahora, esa vela era solo una luz, pero algo dentro de ella seguía teniendo ese sabor a esperanza.
Pero seguía temblando y esta vez no eran solo mis piernas, sino todo mi cuerpo. Manos sudorosas, corazón palpitante, mejillas y nariz rojas, hasta los ojos vidriosos. Era triste, pero no lastimero. No. Era algo sincero, no el clásico teatro que las novias bobas ensayan semanas antes para pedir perdón a sus novios, o el discurso memorizado de los malos hijos que planean comprar a sus padres con miraditas falsas. ¡No! Aquella era la manifestación de un sentimiento que buscaba acabar, la necesidad de una verdad que quería ser contada de una vez por todas…
Y finalmente estaba ahí. La RAZÓN- en letras mayúsculas- por la cual mis torpes pasos se detuvieron al fin. La razón del dolor, la que explicaba la desaprobación de las sombras azules- sus fieles aliadas- Estaba ahí, frente a la cruz del Señor, profiriendo sus oraciones, queriendo conciliarse con Dios, ya que solo este podía entenderlo, o mejor aún, aceptarlo así tal cual era, con virtudes, defectos y demás agregados.
No me vio al entrar, ni se percató de mi llegada. Yacía frente al altar, absorto en sus pensamientos. Nunca antes su imagen me había parecido tan imponente, tan temible o desafiante. No eran necesarias sus palabras o las mías. Con solo verlo, me invadieron el miedo y el alivio.- los dos al mismo tiempo- Alivio, porque al fin diría lo que tenía por decir. Miedo… porque sabía lo aniquiladora y desmoralizante que podía llegar a ser su respuesta.
Y si, la razón eras vos. Lo pendiente, lo olvidado, lo muchas veces ignorado. Eras vos y nuestra historia, la que me obliga a sentir nostalgia cada vez que piso este templo, la misma a la que tengo el valor de renunciar para escribir algo nuevo
Todo se resume en eso. Mis ojos en los tuyos. Mis manos crispadas y tus brazos cruzados. Y los dos ante Dios, realidad absoluta. ¿Buscábamos la verdad? Ahí la teníamos.
Solo te pido que me escuches. Nada más. No es retórica lo que te vengo a mostrar. No son las armas las que quiero desenvainar. Esto no es un combate bajo ningún punto de vista. Son mi corazón y mis ganas de probar algo diferente. Así que cuando hable, quiero que escuches bien lo que tengo por decirte, porque voy a hablar de adentro, y el que te habla no soy solo yo, es también mi corazón.

martes, 6 de enero de 2009

Puertas cerradas

Y de momento en que me marcaron, ya no quise entrar. Esa puerta se volvió como tantas otras puertas, ya conocidas de mi vida. Alguna extraña marca que se me contagiaba como virus que nadie quería, algo tenian mis ojos o peor aun, mis palabras, para volverse contra mi y marcarme con el estigma de lo indeseado. En fin…
Empecé a cerrar la puerta.
¡Nunca pasó!- Pienso a la par en que una desierta Palma me invita-como tantas otras veces-a desahogarme entre sus galerías. Ante mis ojos, las siempre terapeutias crónicas de lo que se puede hacer y lo que no se debe en una ciudad tan pequeña e infierno tan grande, ameritan la admiración de los ojos perpetuamente perplejos. Dentro de unas horas, el yakare va a realizar la intentona, para entrar a los antros de alguna de sus mujeres, ya cenicienta tiene ganas de violar al principe, pero la politica sensatamente censuradora de una sociedad machista no lo quiere dar a conocer. Ya estan los amigos batallando por conseguir la tuca y hacer el ritual de tantas noches, ese ritual que exorciza como nugun otro. También están las amantes de la muerte y las ganas que se cotizan con papel impreso en bancos y capitalismo. Y yo que no tengo ni yakare, ni principe, ni tuca, ni dinero, me rquedo a mirar a los otros, como absorviendo sus sensaciones a lo largo y ancho de un pavimento que se asemeja a la vida, si! Porque a veces miramos la vida como a una proyeccion de esenas y mosaicos ajenas a todo lo que nosostros somos. Y solo tenemos puertas a las que rechazar, mientras los fantasmas de cielo e infierno nos dicen a donde ir, para donde tirar.
Pero dentro del espejo grande de la vida y todo lo que ella implica, difícilmente vislumbramos nuestras propias caras, ¿será que ya estamos de antemano muertos? ¿Será que ya ni las manos podemos vernos, auqneu las pongamos frente a nosotros? Los barcos de la salvación tienen una lista de pasajeros que iran a bordo, y como es natural, nuestro nombre fue asquerosamente omitido. También el cielo hace lo suyo cuando las bacancias en las nubes expiran, y solo queda hacerse espacio metros y metros más abajo, saludar a los de abajo, que nos recuerdan a la tierra. En la tierra, tb eran los de abajo los que sufrían, la prole sudorosa que alambraba y hasta desalambraba en un quinto infierno de dante, al que llamaban y sguen llamando Paraguay. Los de abajo siempre sufren, sean los del infierno mas convencional (el de los vivos) o ese otro infierno que dicen se supone cuantan las cronicas existe… el de asufre. Pero claro, por segurado sabemos que el infierno en la tierra no tiene nada para “envidiar” al (otro) infierno

esto fue lo último, lo 100% 2009!!!!