jueves, 28 de enero de 2010

Cosas de las que hay que deshacerse (por el bien de uno)

La madre, el ex novio, los enemigos políticos, los compañeros de circo, la ropa vieja, los restos sólidos o líquidos delatores de algún placebo, las colillas de cigarrillo, los sentimientos muertos, las foto del colegio, los tatuajes gastados, las cartas anónimas, el sistema burgués (dirían algunos), el aire acondicionado que nunca funcionó, el Parlamento Nacional, el Consejo Superior de la Magistratura, de la tiza sobrante, de la comida sobrante, de las picaduras de mosquitos, de la nostalgia inquisidora, de la duda que permanece como mancha en el espejo, de la bala en la cabeza del artillero, de la culpa inventada por humanos en nombre de los dioses para otros humanos, de las jeringas de la muerte, de la bochita rescatada en sexta-porque la somnilera de la canción si existe-, de la policía… sobre todo de esta última, de la sopa de verduras, de la corona de espinas, ¿ya mencioné a la madre y al ex novio?