A los cinco no queria entrar al cuarto oscuro porque estaba fielmente convencido que el mismo alvergaba mostruos salvajes,
particularmenete peludos y sanguinarios, capaces de arrancarte los ojos mientras se reian de tu ceguera
A los diez tampoco quise entrar porque ya catalogaba a ese lugar del universo como el sitio del castigo favorito de los
apdres cuando uno se exedia en las travesuras, calificadas como errores de gravedad para el mundo de los adultos
A los quince si queria entrar al cuarto oscuro, porque no iba a entrar solo. Ni iba aterminar vestido. Se olia a
concupisencia en las parees opacas de los primeros cuartos oscuros de la adolescencia
A los veinte volvi a temerle al cuarto oscuro, porque me reencontré con los mostruos, esta vez no eran imaginarios, sino
verdaderos adultos sanguinarios que si ibana sacarme los ojos de verdad dentor del calabozo de las comisarias, si seguía
traficanod con estupefacientes.
A los veinticinco me cansé de entrar al cuarto oscuro de las supuestas "desiciones" cruciales, en donde te manchabas el dedo
para condenarte por los siguientes cinco años de nada. Contenedores de mentiras piadosas, porque todo lo politicamente
correcto no es ams que la formula acabada de una mentira piadosa, de esas que los padres nos obligaban a creer a costa de no
enviarnos al exilio del cuarto oscuro
A los treinta meti a alguien al cuarto oscuro. Supe desde entonces que el ciclo estaba completo y que yo pasaba a ser verdugo
de los sueños de alguien, forjador de desiluciones y hacedor de un nuevo universo de posiblidades.
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