martes, 13 de noviembre de 2012

Rompe-cabezas

Escribo tu nombre en una hoja de papel. El ejercicio no es nuevo pero algo tiene la conjunción de vocales y consonantes invocadas ahora, que cobra particular fuerza. No me tiembla la mano, pero si me emociono por dentro al escribirlo. Luego lo tacho porque me agarra una súbita vergüenza, presuponiendo que existe algo parecido al gran hermano, algo que me mira y sabe que estoy escribiendo lo que escribo. Tal vez sea la resonancia de los residuos de mis –abandonadas-creencias judeocristianas, y algo parecido a la idea de un dios omnipresente me invade. Tacho el nombre varias veces para que no quede rastro, pero igual, la hoja no perdona y se nota lo que escribí al final. Rompo la hoja, pero por más que intente cortarla en micropedazos, siento que alguien sabrá el número secreto de vueltas y combinaciones que dar a esas gastadas hojas de papel para dar con su secreto. Alguien que no conozco tomara por casualidad los pedazos, aparentemente desvinculados uno de otro, y les dará forma, les dará sentido y orientación. Alguien descubrirá que se trata de un rompecabezas cifrado. Quemo los pedacitos, sabiendo de antemano que cualquiera que mire sus cenizas, entenderá su origen. No es colilla de cigarros ni polvo de ladrillo lo que se desliza debajo de mi cama. Alguien lo sabrá. Se los aseguro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario