Amábamos
A los mismos animales
Lengueteábamos
Las mismas sobras
Cortíamos
Los mismos atardeceres
Y nos suicidábamos
Con las mismas herramientas del tedio
Las intersecciones eran predecibles
Tan obvias que llegaban a lo absurdo
Mientras la incertidumbre del final
Rayaba el espanto
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