domingo, 19 de junio de 2016

Otro clásico griego

Imagino a las princesas de pelo corto que suenhan con dejárselo crecer. Que se esfuerzan por no mirar las tijeras, que omiten la idea de consolidar su feminidad a través de la cabellera. Las imagino despertando a media noche y rapándose, luego de cuatro meses de esfuerzo y ansiedad contenida. Imagino también los dedos ansiosos de esos amigos picando la superficie rocosa de su batalla perdida. Los veo lamiendo el espejo después de tres meses, desesperados y con amplia devoción. Imagino también a otros ninhos dispersos, proyectando sus ojos y atención  hacia otros escenarios, reprobando pruebas de matématicas, ciencias y humanidades, perdiendo tiempo en el esfuerzo inutil (para ellos) de la concentración. Imagino sin miedo ese pasto verde que quiere prosperar y no puede. Que lo cortan cada vez que busca ganarle en altura a los edificios de la ciudad humana, Pienso también en el grafiti insistente de la pared que de un tiempo a esta parte será pintada. O los huevos de gallina que mpas tarde que temprano serán secuestrados.

Sisifo está en todo. En vano sentimos lástima y se nos estrecha el corazón , pensando con falsa compasión en ese su dolor ajeno. Ninguna plegaria destierra las agujas del reloj que se repite en su vuelta.

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