sábado, 17 de enero de 2015

Comunicado II


Las puertas están siempre abiertas, aunque ello no garantice la entrada o salida de personas. Los seres que habitan en la inmensidad del campo abierto bien saben de esas prácticas, bien esperan que los vengan a buscar en la inmensidad de la noche o del día. La arena del desierto no tiene puerta de entrada, los campos de tierra roja tampoco. Mi casa no tiene puertas, pero yo nunca salgo y vos tampoco entrás. Es la paradoja de un mundo sin puertas en tanto que nos hemos acostumbrado a tocar tres veces, a los códigos del permiso en medio de las escaramuzas culturales, de los “pase usted después de usted doña Florinda”, de los horarios para ciertas puertas y ventanas. Es la barrera que permanece, incluso después de dinamitar las puertas. Es la barrera de los muros que se perpetúa, incluso después de romperlos.
Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas están abiertas día y noche. Que empiece el juego. Si vamos a los tecnicismos, las fronteras, salvo claras excepciones, no existen. Una mujer tramita papeles en el departamento de migraciones, esperando cruzar el rio de la Plata. Lo cierto y lo concreto ahí en cuanto a límites, es el rio. El papel y el formulario, una simple ficción de los estados y la geografía. En todo caso, mi casa no tenía límites geográficos infranqueables, más que el de nuestra mente, acostumbrada a la burocracia de migraciones. Llenás papeles innecesarios, ante una realidad material que no te impone bastas distancias. Laberinto de puertas que forja tu aprendizaje constante, vinculo con el límite que te hace nacer.


Llenás el formulario para salir. Dientes apretados, puertas impuestas por políticas te permiten entrar o salir de un lugar a otro lugar. Pero en mi casa, ¿qué necesidad de eso hay? Sácate la bermuda, la remera, la pollera o el pantalón. Guardá el pasaporte. Entrá cuando quieras. Sin la claridad de las puertas, la entrada y la salida de difuminan, y a la larga ya da como lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario