sábado, 31 de enero de 2015

Comunicado VI: Lectura de silencios



Y quizás por producto de esa omnipotencia que lo hace ser el único ser dentro de la casa, los rostros y las reacciones humanas fueron para Asterión, cada vez más indescifrables. Un  simple silencio humano era apara él, un tramado complejo, imposible de decodificar. Las expresiones de sorpresa o argelería trazadas en los rostros, no cobraban mayor sentido que el de las palabras de los hombres impresas en papel, código igualmente desconocido para su saber.

Así como la lectura de los libros le fue vedada desde siempre, también le fue vedada la lectura de los silencios de los pocos humanos que hasta su casa llegaban. La empatía no es más que un músculo emocional al cual se entrena con el contacto, pensaría al ver por primera y última vez esos ojos negros, brillantes y a la altura de su cintura, que en la oscuridad, de un sola tajo, terminaron de fulminarlo. Porque el contacto fulmina, y la gran virtud de Asterion, era evitar que lo toquen. El mataba con sus manos a diestra y siniestra, no dejaba uno solo. La ceremonia de muerte duraba pocos minutos, y uno tras otro los cuerpos caían, sin que el verdugo se ensangriente las manos. Sólo Teseo lo tocó una vez.

Pero el golpe que golpea, tal vez con más fuerza, o con mayor precisión, es el silencio, Más que el golpe mismo, que el tajo que corta la cabeza sin mayores contemplaciones, más fuerte es esa ausencia en la emisión de palabras, de pre-avisos, de advertencias. Asterión no sabe leer los silencios de Teseo, pues la historia lo ha acostumbrado a los gritos de todos los hombres victimas de su corpulencia.

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