Sopa de letras es lo que tengo en la cabeza cada vez que se
juntan las tareas del trabajo y la maestría, cada vez que se juntan mis dos
hermanas y mi madre para hablar de política, cada vez que mezclamos azúcar con edulcorante
para endulzar un jugo de limón que no se deja endulzar, cada vez que su acidez
se pasea por mi lengua y siento que esa acides es la misma que recorre todos
los días la esencia de mis palabras- Sopa de letras son las hormigas acosando
los restos de comida en la cocina, son los garabatos inentendibles grafiteados
en la parte de atrás de un viejo cuaderno de estudios en medio de una
borrachera, luego de verte por quinta vez con tu nueva novia y todavía no poder
asumir lo que vos guau ya asumiste, sopa de letras pueden ser las estrellas del
cielo vistas desde la nitidez producto de un corte de luz de la ANDE en enero,
o los jeroglíficos que mi sobrina esculpe con su sabiduría ancestral de niña de
2 años. Sopa de letras no es el libelo acusatorio del juicio político del pasado
junio, sopa de letras no es lo que completamos en los diarios, ni lo que damos
a los niños como forma de ejercicio en los pre grados del colegio. Sopa de
letras no son tus rulos en la palma de mi mano, pero si las tizas viejas
guardadas en el guardapolvo,
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