martes, 13 de enero de 2009

Divague

Cosas comestibles y masticables que el pueblo pueda digerir, a fin de evitarse pesadillas para después de la cena. Nada exorbitante ni fuera de lo común, para no complicarse la vida, para no consumir las neuronas. ¿Es eso a lo que estamos acostumbrados?¿O es lo que nos quieren hacer creer?
Los críticos dicen que al mundo se le ha acabado las buenas ideas. Que nuestras revoluciones o posturas son simples residuos de las grandes mentes extintas. Que la literatura ya no es literatura, que la música ya no es música, y que el arte en general ha abaratado sus costos- y por ende, su calidad- para hacer accesible su entrada al mercado. Que ya no habrá próximo Shakespere o Cervantes para los libros del mañana, ni un Pink Floyd sicodélico que marque a las generaciones. Los de las viejas posturas, que se llaman a si mismos, “del viejazo”, son ellos los críticos más asiduos a condenar las ideas del presente. Y nuestros artistas, de súbito se ven afectados, pasando a ser catalogados-por no decir “denigrados”-como las prostitutas del marketing. Pero lo verdaderamente malo ocurre cuando, en el peor de los casos, los expertos o pseudos expertos te afirman-de manera categórica-que es esa prostitución, la única manera de triunfar en el mundo globalizado y comprarte una vida. Una vez más, el dios dinero exige su parte de la torta.
Finalmente, están los que condenan el divague, catalogándole de absurdo, algo sin pies ni cabeza. “Los artistas de hoy ya no crean, solo divagan” Y la pregunta que para mi gusto-no sé si para el de ustedes también- queda abierta es: ¿Qué es el arte al final de todo? ¿Cómo se hace el buen arte?
Opino que los críticos critiquen, pero a la par produzcan. No se puede satisfacer a todo el mundo, por lo tanto, el mundo no debería ser tan exigente. Si bien es cierto que mucho de lo que hoy nos “enlata” el mercado solo aspira a ser materia mediocre, mucho de lo bueno, y lo realmente bueno no es reconocido. Para los acostumbrados a la mediocridad, lo bueno no es bueno, entonces no lo compran. Y para los viejos costumbristas, nunca existirá nada mejor a lo que ellos mismos conocieron y/o produjeron, porque su puta soberbia no les permite ver dos dedos de frente. Entonces, lo verdaderamente bueno y nuevo no trasciende, porque tanto los viejos como los mediocres se encargan de fusilar a las buenas ideas, como a las no tan buenas, que algún día podrían llegar a serlo. Y acabamos siendo la misma escoria-por no decir mierda- de siempre, incapaces de crear nada nuevo ni nada bello dentro de nuestros habituales divagues. ¿Y quien tiene la culpa? ¿Ellos por limitarnos o nosotros por rendirnos?
Artistas soberbios que se sienten como la última coca cola del desierto, por el simple hecho de ser auténticamente buenos y estar desligados del marketing. Y marketeros consumados que viven del raiting. Y un arte que promete mucho…pero que muere con el día a causa de sus enemigos feroces.
2007


obs: Nunca pero NUNCA me gustño usar la palabra "divague" para definir a uno de mis escritos, pero el oso yogui me pidió que escriba algo -lo llamó divague-par auna revista que de paso tendría ese nombre...(((divague))) y a modo de sinceridad... es nio un divague lo que escribí, el escribir porque te piden y escupir ams que pensar lo que haces... pero.... tiene algo de lo que se vendría después.... eso de putear al mercado consumista me suena a un progresismo en pañales

No hay comentarios:

Publicar un comentario