No existen los reyes magos Paola Ferraro, ayer al hablar con tu socio ya pillaste, japiro la inocencia, japiro los sueños, japiro ese escucharle a partes iguales y creer que lo que dice la letra es cierto...la ventana de la manzana se cae a pedazos!
La ventana era yo, mirándome de afuera para dentro. La ventana era papá, contándome historias de la dictadura y de las cosas que pasaban por Asunción tiempo antes de que yo naciera. La ventana eran todos aquellos escritos catárticos que yo redactaba y leía en vos alta con mis amigos en el balcón y frente a sus vidrios, la ventana eran los besos y las palabras de afecto entre dos sombras, era mi soledad en la más acabada y perfecta de las compañías, eran mis pensamientos desfilando sobre sus cristales, eran mis manos crispadas y furiosas estrujando sus barrotes. La ventana se abría para mis sueños desde el momento en que yo pisaba ese balcón y miraba al palacio de López y pensaba…. ¡si tan solo hiciésemos algo mejor por el país! O me preguntaba citando a un escritor paraguayo: Patria querida ¿somos tu esperanza?[1] La ventana era tu voz, tu mansa voz embelesándome los oídos, la ventana eran tu nombre y el mío entremezclaos como firma tacita de una promesa. La ventana era mi llanto silencioso por un pasado muy lejano, mío y de todos los que a ella acudían para contar sus penas y alegrías. La ventana era ese destellito de luz q de ella salía. Era imperceptible… pero destello al fin. La ventana era el eterno misterio de lo que hay tras ella, o tras cada uno de nosotros, virtuales ventanas en potencia con una historia que se esconde tras nuestros vidrios y barrotes, resguardando a nuestros relatos internos.
La ventana era la ventana
[1] Verso de Andrés colman Gutiérrez
2007, junio
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